Son las doce. En lo alto,
un tintineo de luces
vence la blanda calina
contra el muro del huerto.
.
¡Semillero de agua viva
pozo hundido
que hiciste de polvo piedras
para un sonajero vibrante!
.
Son las doce y en mi alma
crepitan sordas las horas
de aquel mayo, nuestro mayo
tristemente lejano.

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