.
Sentía
que la horas se quejaban
cuando ajena posabas
como aurora apacible y vaga
tu mano en la mia.
.
Denostaba
el rugido de los días. Insolado
bebía de tus arterias
y tu protesta era para mi
caudal de risa, manantial
de luz almibarada.
.
Huyendo dije
aquello que nunca oiste
pulso de infartado que se va
vencido a la ladera del mañana
que nunca podré alcanzar.

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