Todavía puedo recordar el suave trazo de sus perfiles pálidos, orillada, cuando los primeros claros del día alboreaban, a mi lado. Sumida quien sabe en qué paisajes, parecía toda ella una secreta flor de luz que me azotaba, luego de bañarme el pecho de azahares y ahuyentar las alimañas que pronto - dijo- llegarían con su ausencia, cuando sin ella saberlo ya en silencio en mi habitaban, feroces al acecho de tenerme frente a frente y al punto destrozarme en mil pedazos. Así que cada instante lo tuve por el último, y no sé si era yo o fue mi furia quien desquiciada a ella se aferraba, como se enreda la agonía con la muerte, como se abraza un naúfrago a una tabla de inútil esperanza. Poco antes del final me arrebató el miedo y quise hacerla mía y retenerla cuando, tomando su rostro entre las manos, me entregué a un beso definitivo.
28/10/06
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