Eras mi vida vestida de alma
como la lluvia envuelve al árbol
de su coraza pálida,
como el fuego asola mis campos y mi hacienda
movido de un fuego definitivo.
Habitan en mi hogueras inextinguibles
que ahogan mi pecho
y adicto a sus destellos
encuentro más placentero
el desierto que el mar.
Por ti, renegué del verbo
que aplica firme la distancia
y quise silenciarme
en la más negra ausencia,
en la profunda soledad de mis ingenios.
Por la planicie infinita, entre alacranes,
vago hasta desvanecerte en mi memoria.
Mas sé que llevo en mi
cosidas las llagas de tu olvido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario