Si fuere como se apellidara el castellano hidalgo don Alonso, si Quijano o Quijada, o Quesada, no es muestra sino de la universalidad de un personaje síntesis de ambigüedad y ubicuidades, paradigma de Hombre, viajero incansable entre la realidad y el sueño.
La Mancha fue a Castilla lo que Sancho a su amo, a la vez todo y ser en parte, llanura depauperada en soles y areniscas, de ligeros veneros de agua y luz y umbrosas cábalas de alcornoque.
Castilla creo España y España mato a Castilla para mudarla en dos, en tres, en diecisiete Castillas. “No olvides Sancho, que toda afectación es mala”. Diecisiete Cortes y apenas una mala Corona, baratarias pedregosas, levantiscas, de ensoñaciones y quimeras, burdas y pervertidas.
Desde este otero, en sueños presiento, creo oirlos, vencidos sobre el Rucio y el rocino, a escudero y amo, por la línea del horizonte. A resguardo Castilla, madre nutricia a la que siempre nos es posible volver.

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