Blog de Juan Luis Miranda

11/5/09

Diálogos a media tarde

.
Tiempo se vuelve a hacer presente a Niño-Espiga ataviado con una túnica negra, mientras este duerme sobre un lecho de hierba húmeda con los ojos abiertos clavados en el cielo, siendo advertido:
.
- Tiempo: Poco queda para que rindas cuentas.
- Niño-Espiga: Se avecina.
- Tiempo: Y después ¿Dónde irás esta vez?
- Niño-Espiga: Lejos de losotros.
- Tiempo: Cada lustro contestas igual.
- Niño-Espiga: Cada lustro preguntas lo mismo.
- Tiempo: Pero un día habrás de parar.
- Niño-Espiga: Ese día aún no será.
- Tiempo: Pero llegará.
- Niño-Espiga: Llegará.
- Tiempo: ¿Aún no temes?
- Niño-Espiga: ¿Tendría motivos?
- Tiempo: Los tendrás.
- Niño-Espiga: Pues acércate a mi frente y prende un beso.
- Tiempo: No. Lo echarías de menos.
- Niño-Espiga: Nada tengo, nada puedo añorar.
- Tiempo: Te engañas.
- Niño-Espiga: Y qué.
- Tiempo: ¡Ja ja! Estás solo.
- Niño-Espiga: ¿Es mi castigo?
- Tiempo: Es tu elección.
- Niño-Espiga: ¿Es mi sino?
- Tiempo: Y tu penitencia.
- Niño-Espiga: ¿Es una atrofia?
- Tiempo: Es el horror, que ya se avecina.
.
Tiempo se desvanece entre el oscuro del firmamento, ensombreciendo las estrellas y poniendo en negro la escena.

10/5/09

La biblioteca

Nunca supe cómo desembarazme a tiempo de las cosas, por lo que me apliqué en aprender a no poseerlas. Del mismo modo, resulta imposible echar de menos lo que jamás fue de uno, salvo que uno haga de sus ensoñaciones quimeras huérfanas de realidad. Porque es su realidad la única constatación de las cosas mismas. Las ideas las anteceden, las sobrevuelan o las traspasan, las superan, para quizá no ser jamás, para tal vez nunca poderlas retrotraer. En cambio las cosas perduran en su propio ser, movidas por su propia inercia, tozuda e inquebrantable. ¡Cómo poder imitarlas! He viajado ultimamente, para lo que suelo, demasiado. Y de regreso al buscar entre mis libros los hallé cosas, y en las cubiertas un polvo traido de no sé bien donde que no me dice nada, que no me hace mejor, que ni pretende ni añora. Y me he sentado en la silla pensando en por qué te dije que te quería y me vine a cubrir de polvo, ahí, junto a la biblioteca, cosa a la espera de ser tomada.

7/1/09

Jenny Ekholm IX

.
Arriados por el suelo duermen
los vuelos de mis quimeras
y tú en mi casa
honda y negra
afeitas los espejos
de secretas voluntades
siendo la carne
como las horas
crudamente consumida
y el vino, que tumbado sonríe
de nostalgia embriagado
desde el jergón te llama
voraz a mi locura.
.

19/11/08

Cuando vuelvas

.
Salpicado de amapolas, el pálido trigal se desparrama otero abajo hasta mis pies mientras tomo el pan que cocí temprano, las manos sucias, y me lo llevo a la boca y regreso a cuando fui niño-espiga y el cielo se me parecía azul y mi corazón el mejor refugio ante los hechos de los malos y la palabra de los buenos, del arbitrio de los hombres que no comprendía y no comprendo, consciente de la terrible soledad de los porqués sin respuesta.
.
No siendo tú para mi más que potencia, cosa misma de orden y caos transfigurada, te echo de menos, lo mismo que el girasol a su amarillo mago, girando en sí mismo avergonzado de la pronta luna, para amanecer radiante al nuevo día. ¡Cómo resistirse a morir en este instante! Me invito -debo- a imaginarme en agonía, hasta ese preciso momento en que no cabe un segundo postrero y así poder llevarte conmigo en el recuerdo hasta mi último lugar, a este trigal, entre amapolas, donde deseo descansar cuando el corazón se pare y mi visión del mundo sea un hermoso tapiz de inmenso color blanco.
.
Vuelve cuando quieras. Para entonces ya te habré llevado conmigo.

13/11/08

Cartas a Salvador

.
Nunca fuimos unos supervivientes. Estábamos equivocados hermano. De los tres, acaso tu y yo éramos los más inteligentes, pero nunca fuimos los más listos. No. No hace falta que mires hacia atrás para comprobarlo. Nada hay más bastardo que la memoria de lo propio. Basta con que eches un vistazo a tu alma, cosida a dentelladas. Comprobarás que no salimos indemnes.
.
Conoce al niño y conocerás al hombre. Confiábamos en nosotros mismos, nos presentábamos al mundo voraces y vivimos, no a nuestro antojo, sino como dictaba nuestra conciencia, con el impulso moral que da perseguir un ideal. Dime, ¿recuerdas el tuyo? ¿lo mantienes? Y si así fuera ¿te complace?
.
Nuestros muertos y nuestros desaparecidos han dejado algo más que una ausencia. Espero que unos y otros hayan encontrado su lugar y no imaginas cuánto me alegraría saber que ha sido así, tener noticias de ellos. Hasta los envidio en su potencia. Nunca ambicioné otra cosa que huir, escapar de este mundo doliente y deforme, feo. Nunca tuve cojones para quitarme de enmedio. Vivo -no encuentro ahora un verbo que describa esta inacción, lo siento- dentro de otro, un frio fantasma que inventé un mal día y que me cobija. Espantoso, como espantoso es no saber si ir o huir de uno mismo.