Blog de Juan Luis Miranda

24/9/08

Atadura


Dicen algunos que la distancia es la enfermedad que carcome los afectos. Yo en cambio te presiento a mi espalda, y en no tener tu tacto me regodeo y me plazco y hasta me enfado si como esta noche -sin esperarlo- con dos besos me cruzas la cara ante losotroshorror haciendo que hasta mi boca arriben balbuceos que me apabullan.

Palabras son las distancias en que no me hallas y que sin embargo se atreven a ser tu propio verbo, enorme, que me apacigua y me acoge y me dice: aqui estoy, en tu perímetro de vida; aqui soy cercanamente distante, girando.

Así fue esta noche mientras te impulsabas y de tus manos manaban como guirnaldas cintas al vuelo para morir enredadas a mi cuello, perezosas en su fantástica atadura.

22/9/08

Por favor. No me molesten.

¿Quieres creer que no encuentro el vino? Habré olvidado incluirlo en la lista de la compra. Una vez oi a alguien del barrio hablar sobre un vecino que después de comprar una botella dejó olvidado a su hijo en el supermercado. Su mujer se había largado unos años atrás, dios sabe con quién y adonde, dejándolo plantado con aquel demonio para no volver jamás. Pobre hombre. Tal vez amara a su esposa, quién sabe. Tampoco yo soy hábil para las cosas prácticas de la vida. Bebamos. Cada uno es libre de elegir su camino. Al fin y al cabo todos vamos a parar al mismo sitio, a la alacena de los muertos, con nuestros padres, acaso nuestros hijos. Nuestros hijos. De modo que a efectos prácticos poco o nada importa la ruta que elijamos. Claro está que hallaremos diferente cantidad de dolor en función de la ruta. ¡Menudo menú de martirios a la carta! ¿Si deseo tener hijos? No, no más de lo que acaso un día pude en un tiempo desear probar un plato exótico en el balcón de un paraíso mientras besaba a la mujer de un amigo, ideas que al punto desaparecen de la mente para nunca volver. En cualquier caso, he sido educado para ser hijo de mi madre, no para ser padre de mis hijos. Como tantos otros soy fruto de una generación de privaciones sobre cuyos hijos encauzaron ríos de anhelos. Yo, por mi parte, cumplí fielmente mi papel. No me engañé. Perseguí el éxito en la vida, ser un buen profesional, con opiniones propias formadas acerca de casi todo. En cuanto a la progenie, me limito al amago de engendrar. Estoy demasiado ocupado con mis asuntos, eso es todo. Por más, los niños requieren una atención que yo no deseo dar. Y yo he de cuidar de ti. Estamos de acuerdo en que soy egoísta ¿Quién no lo es en estos tiempos de abatimiento y desidia, imbuidos en esta sociedad del aburrimiento? Un egoísta aterrorizado, eso es, algo que sin duda atenúa los perjuicios que pudiere causar a la sociedad. El miedo limita el egoísmo y con él la tentación de exponerse a dañar y ser dañado. De no ser así, esta selva salpicada de batallas pasaría a ser una guerra continua e interminable. El niño en cambio es un egoísta desaprensivo y voraz, capaz de las mayores querellas y atrocidades y a quien – bien administradas- unas dosis de terror le reportarían, y con él al mundo entero, un bienestar hasta ahora desconocido. Llegado a la adolescencia, los niveles de dolor se atenuarían y la confrontación con los cuarentones –esa puta secta nostálgicorrepresora- aliviaría todos los niveles de lucha y agresividad. Si deseas tener hijos, educarlos, amarlos… los tendremos. Pero nunca olvides que jamás los amaré como te amo a ti. En su continua querella me separarán de tu lado, actuando en las sombras. Un día me mirarás y no me reconocerás. Te habrán sumido en su lenguaje pendenciero. Harán de ti una ubre nutricia y de mí un fantasma borracho y gris.

12/9/08

Delirium & Desideratum & Diazepan

Nunca tienes bastante. Bebes sin mesura. Anoche te oi decir, mientras pateabas entre la basura tratando de encontrar los pedazos de la foto de esa zorra a la llamas tu amada que, de haber nacido loco, te arrastrarías al fin del mundo tras ella aunque reventaras ¡Cobarde! Eso debería pasar, que reventases y me dejaras en paz. Bastante me he preocupado por ti todo este tiempo. ¿Quién si no yo te ha recibido destrozado cada noche ofreciéndote un cobijo del que, te lo digo, más de una vez creí no alcanzarías a despertar? ¿Quién si no yo sació tu apetito justo en el mismo momento en que ya planeabas devorarte los brazos a dentelladas? ¿Es así como pagas todos mis sacrificios? No tienes vida bastante para compensarme, por más que para mi seas poco más que un chucho asqueroso acurrucado contra el rincón de tu sucia perrera. Si, así es. Y ahora vienes aqui todo digno, solo porque esa zorra te ha llenado de memeces y vanos alientos tu enferma cabeza. ¡Te embauca estúpido insecto! ¿Crees que podrás irte así como así a instalar la boca en su culo a gimotearle lisonjas, a decirle que la amas, que no puedes vivir sin ella? Adelante. Volverás tan pronto como antes creas haberme olvidado. Maldito ingenuo. ¡Yo no pretendo! Seré siempre la misma negra soledad que fui y que ahora habla; la misma que ha de verte regresar hundido y cabizbajo y quien mudará -¡refugio que implorarás!- su sombra en fría losa y de tus lágrimas lirios que esa zorra jamás ningún domingo vendrá a refrescar.

9/9/08

Delirium & Desideratum & Valium


Te diría te quiero si tuviese la certeza de resultar rechazado. Regresaría tranquilo a mis asuntos y el tiempo -así se conduce este monstruo- se descubriría un día cualquiera, tontamente, para traerte en forma de recuerdo demudado para al instante, igual que vino, desvanecerse. De lo contrario, si un gesto tuyo me alentase ¿qué sería entonces de nosotros? ¿qué haríamos entonces con ese compromiso? Y aún más ¿cómo renunciar al gozo de tenerte en mi cabeza para tenerte en mi cama? No podría más que verme como un salvaje capaz de amputarse los genitales para saciar su hambre. No dejaría de culparme por rendirte, y contigo yo mismo, a la aniquilación de este caer de días y días y más días embotados de estúpidas realidades ¿Te amo porque me haces mejor? ¿Se tratará de una simple inercia cinegética?! ¡Cómo hacerte comprender lo que aqui ocurre, si la vida que me corre dentro no es si no tu propia existencia de la que me alimento!

8/9/08

Soy un pez II

Saco las llaves del bolsillo. Giro. Dos golpes de llave.
El armario es una planta carnívora y devora el traje y me fascina. Mmmmm...
Un poco de crema en los zapatos. Relucientes. Lo que soy y lo que fui.
La ducha está fría. Hasta en verano es fria.
He de preguntar qué me enrojece los ojos. Cualquier jabón. Cualquier champú. Google.
No debo volver a hacerme daño con el cepillo de dientes.
Tengo frio.
Una fuente de cristal, un mar vacío, una cuenca sin ojo. Vuelco latas como un niño travieso. Me flipa. Ya no tengo hambre.
Bocas que hablan. Zapping. Stop. Escenas de David Lean. Te he echado tanto de menos.
La cama es fria.
Boca abajo, busco oprimir el pecho contra la cama, como una coraza.
Nado a toda prisa. Soy nuevo delfín de las mareas.