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Salpicado de amapolas, el pálido trigal se desparrama otero abajo hasta mis pies mientras tomo el pan que cocí temprano, las manos sucias, y me lo llevo a la boca y regreso a cuando fui niño-espiga y el cielo se me parecía azul y mi corazón el mejor refugio ante los hechos de los malos y la palabra de los buenos, del arbitrio de los hombres que no comprendía y no comprendo, consciente de la terrible soledad de los porqués sin respuesta.
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No siendo tú para mi más que potencia, cosa misma de orden y caos transfigurada, te echo de menos, lo mismo que el girasol a su amarillo mago, girando en sí mismo avergonzado de la pronta luna, para amanecer radiante al nuevo día. ¡Cómo resistirse a morir en este instante! Me invito -debo- a imaginarme en agonía, hasta ese preciso momento en que no cabe un segundo postrero y así poder llevarte conmigo en el recuerdo hasta mi último lugar, a este trigal, entre amapolas, donde deseo descansar cuando el corazón se pare y mi visión del mundo sea un hermoso tapiz de inmenso color blanco.
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Vuelve cuando quieras. Para entonces ya te habré llevado conmigo.
Salpicado de amapolas, el pálido trigal se desparrama otero abajo hasta mis pies mientras tomo el pan que cocí temprano, las manos sucias, y me lo llevo a la boca y regreso a cuando fui niño-espiga y el cielo se me parecía azul y mi corazón el mejor refugio ante los hechos de los malos y la palabra de los buenos, del arbitrio de los hombres que no comprendía y no comprendo, consciente de la terrible soledad de los porqués sin respuesta.
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No siendo tú para mi más que potencia, cosa misma de orden y caos transfigurada, te echo de menos, lo mismo que el girasol a su amarillo mago, girando en sí mismo avergonzado de la pronta luna, para amanecer radiante al nuevo día. ¡Cómo resistirse a morir en este instante! Me invito -debo- a imaginarme en agonía, hasta ese preciso momento en que no cabe un segundo postrero y así poder llevarte conmigo en el recuerdo hasta mi último lugar, a este trigal, entre amapolas, donde deseo descansar cuando el corazón se pare y mi visión del mundo sea un hermoso tapiz de inmenso color blanco.
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Vuelve cuando quieras. Para entonces ya te habré llevado conmigo.
