Blog de Juan Luis Miranda

18/7/08

MINORIAS y minorías

Una foto de hoy con ojos de ayer, cuando una minoría se apartó del poder para que una mayoría se reivindicara por fin en sus derechos y libertades. El respeto a las minorías, -culturales, políticas o religiosas- era entonces el slogan de cada día. No se había instalado aún en las gentes y en la casta política el lenguaje y las formas de lo políticamente correcto, la excepción no hacía la norma y ésta proveía de sus efectos, como borrasca de otoño, a todos por igual. El artículo 1 de la Ley para la Reforma Política fue un ejemplo. Eran los años de plomo, pero todos los actos tenían un fin último: el imperio de la ley.
De entonces a hoy, hemos ido -con nuestro voto lo hacemos- construyendo un ordenamiento jurídico en el que paulatinamente cualquier reivindicación ha ido haciendo minoría, donde cualquier excepción pervierte la necesaria y exigible generalidad de la norma. Es la dictadura de lo políticamente correcto, aplicada a través de una de las más eficientes armas de combate ideológico: la autocensura. En nuestra minoría absoluta, afirmemos no ser iguales a nadie. Únicamente ante la ley nos debemos a ese rasero. Mas ¿qué ley? España, cuna de héroes. Los de hoy, anónimos sin necesidad de declararse homosexuales, nacionalistas o inmigrantes, se obstinan en ser y sentirse, ante todos y humildemente por encima de todo, ciudadanos.

6/2/08

Autorretrato

Señor, soy tu dios niño altivo
de indecorosa potencia.
¿Me culpas por ello?

¿Acaso no dijiste -recuérdalo-
paternal a mi oído: busca en ti
para venir a mi?

Era -así lo creí- esa gozosa ansia
de verme, como junco leve
embebido en tu caudal floreado.

21/1/08

Jenny Ekholm IV

Corriste -¡tú tan niña
yo un loco!- riendo
a mi cama calma.
.
Se me paró el corazón
.
Pregunté ¿qué eres?
Nothing. Hondo
arribando hasta mi boca
un beso nos desnudó.
.
Partiste de madrugada
en añicos mi corazón.

10/1/08

Resurrección

Aún en estos vagos días
cuando el caer de las horas se deshace
en manantial de otroras memorias vencidas,
advierto la piel demudada en áspera coraza
-a causa de no sé bien qué otoño inesperado-
y no me reconozco.
.
¿Qué clase de dios
se habrá arrastrado hasta aquí veladamente
visitándome con tanta furia? ¡Sólo dentro hallará
un solar de flores secas, podres brotes de cuando amaba
y en su explosión me agitaba y cruzaba de bergantines
atestados de gozosas ansias!
.
¿Qué clase de dolor
será éste que mi pecho inflama
hasta asfixiarme en la toda vacuidad?
¿Será la consciencia del fulgor perdido,
las amantes que ya no son
y no serán?
.
¿Habría mi sombra de reidearse
dando a esta sola estancia
perfiles de nada? ¿De los rincones
surtirían como infolios, nítidos
estallidos de noche eterna....
.
(el mañana está siempre por llegar)
.
...hasta ahí fuera?
Todo sea, quizá sea
por no apagarme.