Cada tarde me embarcaba
yendo
por un mar de voluntad profunda.
yendo
por un mar de voluntad profunda.
Recorría quejumbroso, ausente
de punta a punta
el pabellón de reposo.
Y no te oía, pobre, cuando decías
"por más que viva en ti no soy
quien tú esperas".
Y no te oía.
Y regresaba a la cama.
Y no te oía, pobre, cuando decías
"por más que viva en ti no soy
quien tú esperas".
Y no te oía.
Y regresaba a la cama.
La tarde de otoño trajo
mojada el alma.

No hay comentarios:
Publicar un comentario