19/5/09
Un brindis
Mi agujero es mi casa, mi mundo. No lo habito. Lo ocupo, reptando entre penumbras. Del vino a los papeles; de la cama a la otra cama. Y me cruzo con San Juan de la Cruz, como un ángel, vestido de blanco, con su blanca calva, ofrenciéndome un abrazo para acabar charlando junto a la nevera compartiendo un zumo de tomate mientras me canta sonetos de ese amor que siempre está por llegar y que me lleva a recuerdos que nunca fueron y sin embargo a su lado recreo mientras nos felicitamos, nos saludamos por este reencuentro y su tacto macilento descorcha la última botella de un vino duero, o de más allá. Qué más nos da si ambos ya estamos muertos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario