Con la Segunda Modernización de Andalucía (¿dónde quedó la primera?) una segunda ola de andaluces se precipitó más allá de Despeñaperros.
Los andaluces que vivimos (y trabajamos, porque los andaluces trabajamos) fuera de nuestros pueblos, de nuestras ciudades, volveremos un día, tarde o temprano. Las oportunidades que a manos llenas se conceden a las minorías (si alguien tiene complejos ante esta afirmación se los disiparé de buen grado) son las mismas que se nos negaron y niegan a quienes con más de treinta y cinco años no dejamos de esforzarnos, de tratar de ascender en la meritocracia de la empresa privada o en la administración, de vivir de alquiler y de pagar impuestos para que a otros disfruten de las mieles de la ¿democracia? a base de pisos de protección oficial y demás ayudas a go-gó.

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