Hoy he soñado la noche
que el querubín recite
su epílogo de exterminio
cantando a la luna llena:
¡Luzca el campo de batalla,
llueva su manto doliente
y sus perfiles de olvido!
Besará mi boca almibarada
mis huesos sin conjunto ya extinguidos,
la noche será al fin la nada inerte
cuando expolien insaciables
las alimañas mi nicho.
